Los labios de la noche se apoyaron en mi espera
Susurrándome caminos,
Travesías, amores, dolores y tragedias
Todo se fue transformando
En aquella noche que deseaba ser eterna
Para contar la historia apuñalada
Por el ala de una gaviota
Desatando el frenesí
Que desenfrenó a los lunáticos
Hijos legítimos de la cordura.
Los parió cuando aún era joven,
Fatalmente atractiva
Curvas nómadas, cascadas infinitas
Y sobre todo, cuando era cuerda todavía
Esa misma cuerda que fue aflojando
Cediendo y estirando, más y más
Después de cada parto,
¡Tanto!, que sus pechos
Ya rozaban los cabellos de la luna
Hasta que llegó el día,
La cordura cayó en la copa de plata
Abismo de profundidades excitantes
Despertaron a sus seres primitivos;
Se desbocó el caballo, gimió la yegua
Lloró la luna, aullaron los lobos,
Y estos atravesaron los colmillos en su presa
Se rompió la cuerda y el hechizo
Desvanecieron los límites
Desbordaron los mares de la magia.
Se instaló la noche en el persistir de los días.
Desde entonces,
A la cordura la llaman loca
Y parece que jamás, una mujer enamorada de la noche
Tocó fondo en el pozo de la duda
Pues no dejó la luna de bañarlas con su leche,
De anidarles con paciencia
La inspiración en los cabellos
Les tatuó el instinto en la mirada como una llama,
Fuego sagrado que consume las penas,
Luna madre, luna abuela, luna guardiana de todas las mujeres
Que se vuelcan en la copa de plata.
Luna amiga, luna hermana.
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