vuelan sobre mi cuerpo
A veces, ciego, oscuro,
Luminoso tornasol brillante,
A veces, áspero, y otras tantas acaramelado
Dulce algodón.
Sobre mi mente,
Un cielo camaleónico cobija mis pensamientos
Dejando al descubierto
A todas mis hembras, con sus respectivas ganas
Acariciándome las piernas
Peinándome el instinto
Maquillando mis demonios
Y dejándole apariencia de ángeles guardianes.
Que no son más que fieles cómplices
De mis fantasías
Se regocijan en la arena ardiente
Del desierto de mis pechos
Se revuelcan en el monte de mi venus.
Agua tibia emana
De mi más profundo pozo
Envuelto en la maraña abundante
De esta lucidez viajera.
Correel cielo con todas sus aves
tras las lobas desterradas
Se precipitan las palomas
y creyendo que me alcanzaran algún día
terminan sumergidas
en el exquisito exilio
de mi cuerpo arriero.
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