domingo, 24 de octubre de 2010

Palomas aterciopeladas









vuelan sobre mi cuerpo


A veces, ciego, oscuro,

Luminoso tornasol brillante,

A veces, áspero, y otras tantas acaramelado

Dulce algodón.

Sobre mi mente,

Un cielo camaleónico cobija mis pensamientos

Dejando al descubierto

A todas mis hembras, con sus respectivas ganas

Acariciándome las piernas

Peinándome el instinto

Maquillando mis demonios

Y dejándole apariencia de ángeles guardianes.

Que no son más que fieles cómplices

De mis fantasías

Se regocijan en la arena ardiente

Del desierto de mis pechos

Se revuelcan en el monte de mi venus.

Agua tibia emana

De mi más profundo pozo

Envuelto en la maraña abundante

De esta lucidez viajera.


Correel cielo con todas sus aves

tras las lobas desterradas

Se precipitan las palomas

y creyendo que me alcanzaran algún día

terminan sumergidas

en el exquisito exilio

de mi cuerpo arriero.


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